Piensos del Autor

¿Es posible cambiar la postura ideológica de otra persona?

Es bien sabida la máxima: Nunca discutas de futbol, política y religión. ¿Por qué? Dice la explicación popular: porque nunca vas a llega a nada (sí, así lo dice la explicación popular, con la doble negación).

A lo largo de la vida del que escribe (quien está a punto de hacerse más viejo), y tras casi perder varias amistades, el Descorbatado Autor ha agregado varios temas al adagio “Nunca discutas de…” Entre los temas incluidos se encuentran: el libre mercado, la ley SOPA (stop online piracy acts), matrimonio, liberación de drogas, tauromaquia, y un largo etcétera…

Los tópicos que comprende la máxima “Nunca discutas de…” tienen dos cosas en común: Inciden en un núcleo esencial de valores de una persona, y en la experiencia de vida de cada quien.

¿Se puede cambiar la determinación a la que ha llegado una persona, producto de su núcleo esencial de valores, y de su experiencia de vida? La respuesta sería: JA – JA – JA.

¿Ese JA – JA – JA significa que no? No, significa que está turbo complicado. Y dada esa turbo complicación, es que no resulta raro que los intercambios de postura respecto a los temas del club “Nunca discutas de…”, rápidamente se convierten en ir y venir descalificativos, agresiones, y ahora en el mundo millennial: de memes.

Cuando surgen posturas antagónicas, respecto a un tema del club “Nunca discutas de…”, hay dos opciones: Decir órale, y darle la vuelta a la página; o realmente atorarle. Y atorarle no significa sacar uñas y dientes, y discutir hasta la muerte. Sino que ambas partes estén con la suficiente apertura mental, y aportar elementos objetivos, que ayuden a soportar la postura. La objetividad resulta particularmente importante, porque no olvidemos se estaría en presencia de posturas producto del núcleo esencial de valores, y la experiencia de cada quien.

Ejemplo. Un tema que evidentemente integra el selecto grupo de “Nunca discutas de…”, es el relativo a la liberación de las drogas. Si van a atorarle a este tema entre dos personitas, esperando la una convencer a la otra, es porque seguramente se cuentan con datos médicos del impacto de las drogas (y no sólo de un médico, sino que compararon el dicho de varios…), datos objetivos de la experiencia en otros países, análisis sociológico de las consecuencias (y nuevamente, no sólo de un experto, sino habiendo comparado varios…), entre otras cosas.

Podemos decir que hay un estándar muy sencillo para saber si un determinado argumento, puede ser utilizarlo en una discusión de atorarle: Si lo viste en un meme, no lo uses…

¿Entonces con datos objetivos y apertura mental, es posible que una persona convenza a la otra? Quién sabe… Porque para bien o para mal, las personas podemos ser muy emocionales; y a veces ni siquiera el más perfecto de los silogismos, alcanza para hacer que alguien varíe la determinación a la que ha llegado producto de su núcleo esencial de valores, y experiencia de vida. A veces ello sólo es posible, después de otra experiencia de vida…

Desde luego que no se está obligado a atorarle, cada que surjan posturas antagónicas en un tema del club “Nunca discutas de…”. Sólo hay que hacerlo si es prudente, y se cuenta con elementos suficientes. Sobre todo si es prudente.

Un caso que le resulta particularmente ejemplificativo al Descorbatado Autor, es el de un gran aficionado a la tauromaquia que inclusive en alguna ocasión, llegó a compartir al que escribe su sustento filosófico de por qué está a favor de este espectáculo, pese a todas las ya conocidas críticas. Pues bien, esta persona participa en un programa televisivo dedicado al tema, y cuando es abordado en público, preguntándole si él es quien sale en la televisión hablando de toros, su respuesta es:

“Depende. Si eres taurino, te voy a decir que sí; pero si eres antitaurino, te voy a decir el que sale es un hermano gemelo, y está loco.”

No siempre estamos obligados a atorarle a un tema. Sólo hay que hacerlo si se cuenta con los elementos objetivos suficientes, y sobre todo, si es prudente hacerlo: atendiendo al momento, necesidad de hacerlo, y disposición de las partes.

Si no se quiere, o no se puede atorarle a un tema, recordemos la infalible respuesta de: Órale. Porque hay una máxima todavía más sabía y profunda que “Nunca discutas de…”, la de: “El que se enoja pierde”.

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