Las cifras sobre los homicidios en México son escalofriantes.
La estadística apunta que 22 de cada 100,000 habitantes son asesinados en nuestro país. Esto posiciona a 2019 como el año más violento de la historia de México.
Todo esto me ha puesto a reflexionar sobre la triste y actual realidad. Nunca había sentido tan profundo dolor por lo que le está pasando nuestro país. Pero junto con el dolor, está la frustración de ver que México tiene absolutamente todo para ser un país mejor – un país más seguro, más moderno, y más estable política y económicamente. Sin embargo, no lo es.
Hace cuatro años que no vivo en México, y eso ha acrecentado mi frustración, pues el país en donde vivo tiene cerca de cero recursos naturales y un clima tan adverso, que nadie habría imaginado en lo que se podía llegar a convertir.
A pesar de estas condiciones desfavorables, es uno de los países más seguros y más modernos del mundo. Comparado con México, Emiratos Árabes Unidos no tiene nada. Pero aún así, lo tiene todo. ¿Cómo puede ser?
En Dubai y el resto del país, hay cero tolerancia al delito y a cualquier tipo de infracción de la ley.
No importa de qué tamaño sea la falta administrativa. Todo, absolutamente todo se castiga. Hasta un cheque rebotado es motivo de cárcel.
Y si se preguntan si les cortan la mano a los que roban, no es así. Pero sí los encarcelan, les cobran multas altísimas o los deportan.
Muchos podrían decir que los castigos son desproporcionados. Incluso yo decía eso cuando recién llegué aquí. ¿Cómo está eso de que es cárcel segura por llevar una cerveza encima e ir manejando? ¿O que también es cárcel manejar sin licencia o robarse una Coca-Cola del súper?
Pues sí, suenan castigos muy desproporcionados.
Pero cuando estas medidas promueven una sana convivencia entre los habitantes de una ciudad, y el miedo se reduce a cero al salir a la calle a media noche, entonces uno empieza a cuestionarse si no debería ser así en todo el mundo.
Aquí no hay opción. O se respeta la ley o se respeta la ley. No hay mordidas y mucho menos, impunidad. Por eso, la gente es feliz viviendo aquí. Y cuando te conviertes en mamá, (como lo hice el año pasado), la seguridad de tus hijos al salir a la calle no tiene precio.
No hay nada como la tranquilidad de un padre o una madre de saber que sus hijos están bien. Que no va a llegar un extraño y se los va a llevar, o los va a violar o, peor aún, los va a masacrar como a la familia LeBarón. Sólo de pensar en eso, los ojos se me llenan de lágrimas y se me revuelve el estómago.
¿Por qué mi México tiene que pasar por estas tragedias? ¿Por qué no tenemos un sistema judicial que funcione?
¿Por qué no tenemos un Estado de derecho en el que la primera opción sea cumplir la ley y la segunda opción, también sea cumplir la ley? ¿Por qué no hay mano dura contra quienes cometen estas atrocidades?
Se me rasga el corazón de pensar en todas las madres que viven angustiadas buscando a sus hijos. En todos los hijos que se han quedado sin papás por culpa del crimen organizado y la falta de gobierno. Y en todas las familias que han sido destrozadas por culpa de una mala administración que no solo tolera el crimen, sino que lo perdona y encima, les regala dinero.
Alguna vez escuché esta frase: “derechos humanos para humanos derechos”. Y me hace sentido. Basta de tolerar. Basta de medias tintas. Y basta de tibiezas que lo único que ocasionan son más tragedias.
Los mexicanos no nos merecemos esto. No caigamos en el juego del gobierno de hacernos creer que sí. Los mexicanos nos merecemos lo mejor y exigimos a un representante que nos dé lo mejor.
México puede tenerlo todo. México podría gozar de la tranquilidad que yo gozo viviendo en Emiratos, si tan sólo se cumpliera la ley. No hace falta tener penas más estrictas ni “desproporcionadas”. Sólo hace falta que se investigue y se castigue a los culpables de cualquier delito. Pero, ¿por qué cuesta tanto trabajo?
Criminales siempre va a haber. Pero un sistema de justicia funcional es la diferencia para que un criminal en potencia decida actuar, o no.
Como nos decía nuestro maestro de derecho penal: la gente no comete delitos por ser buena, sino porque que le tiene miedo a la ley. Y en México, los criminales ya le perdieron el miedo a la ley. Ahora, los que tenemos miedo somos nosotros. Basta ya.