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Intelligentsia: políticos vs. científicos

Que no muera la intelligentsia. Fue la lección más clara que me dejó la miniserie de HBO Chernobyl, en la que se desató un terrible caos en Rusia tras el accidente nuclear, como consecuencia de que las decisiones de los políticos prevalecieron por encima de las de los científicos.

Es curioso que el origen de este concepto, alusivo a una “élite intelectual”, venga precisamente de Rusia; según nos cuenta la serie (y los documentales antecesores), querer hacer creer al mundo que “todo estaba en orden”, en este episodio de la historia, fue más importante que lo que la ciencia consideró razonable o necesario.

Y siguiendo con el tema energético / nuclear, pero en nuestro propio país, podemos hablar de cómo prevaleció el criterio político por encima del técnico para elegir a los últimos cuatro comisionados de la Comisión Reguladora de Energía.

Lo mismo sucedió para elegir al mandamás de la Comisión Federal de Electricidad (CFE): Manuel Barlett. Personaje cuya trayectoria está más vinculada a la política que a la industria eléctrica.

Dato curioso: La CFE es la propietaria de la única central nuclear en México. Wikipedia les dice dónde está esa central nuclear, para que calculen a cuántos kilómetros de distancia viven, en caso de un siniestro. Digo, no vaya a ser…

Como se puede ver, el hecho de que NOTIMEX (la agencia de noticias del Estado) haya traducido como “piensa, gracias” el intento de Ebrard por escribir Think tanks, es sólo la punta del iceberg de cómo es evidente que, en la toma de decisiones del gobierno para elegir personal en la 4T, prevalecen los políticos sobre los científicos o técnicos.

En medio de todo ese desasosiego, leí dos sentencias de la Suprema Corte de Justicia que me entusiasmaron al llanto (bueno, casi), por la excelsa argumentación jurídica:

Esas resoluciones hasta me hicieron sentir que vivo en un país de primer mundo. Al menos por un momento.

Seguramente después compartiremos un análisis de esas resoluciones. Pero hoy, quería compartir mi gozo (porque eso es) de ver que, a pesar de tantas desafortunadas elecciones de personal en áreas técnicas del Estado, en nuestro país sigue habiendo intelligentsia.

Mi profesión se dedica a hacer valer las reglas del juego (o sea, las leyes). Pero la posibilidad de hacer realidad la ley depende del poder político; es decir, que las “fuerzas del orden” tengan la voluntad de ejecutar una sentencia, o impedir una violación a la ley. Y a veces me pregunto si vale la pena seguir navegando en este juego (que a veces más bien parece ficción) llamado estado de derecho.

Estas dos resoluciones de la Suprema Corte me regresaron la esperanza. Desde luego, hay muchos más actos de servidores públicos que reflejan todavía hay intelligentsia operando (de alguna forma) en el Estado.

¿Qué sería lo ideal? Que todos los habitantes de esta demarcación geográfica llamada México formáramos parte de la intelligentsia, e invitemos / seduzcamos a todos a formar parte de ella.

Para efectos del párrafo anterior, definiré intellgentsia como: “grupo de personas cuyas decisiones son motivadas por la búsqueda de la verdad, y de lo razonable; por encima de alguna pasión malsana”.

No sé si Wikipedia avale esa definición. Pero es mi página, mi artículo, y yo hago lo que quiera con mis cosas.

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