¿Eres prestador de servicios? El socio de la empresa no es tu cliente

Como prestador de servicios, quizá te haya pasado este escenario:

Socio de la empresa: Oye contador, ¿me pasas los estados financieros de la empresa?

Tú, contador de la empresa: Sí claro, te los mando. 

Suena a un intercambio godín sin consecuencias, ¿cierto? Pero huele a peligro (puntos sin corbata para quien sepa la referencia musical): puede que estés incurriendo en una violación a la confidencialidad de tu cliente; o sea, la empresa misma. 

Todos los que prestamos servicios a organizaciones (abogados, contadores, financieros, mercadólogos, etc…) debemos tener un un mantra muy presente: el socio de la empresa no es tu cliente.

Si el socio de la empresa te pide cierta información sensible de la empresa a quien le prestas un servicio, y tú se la proporcionas, puede que estés incurriendo en violaciones a la confidencialidad. Porque el socio no necesariamente es la empresa. 

Para entender esto, hay que dejar algo en claro: digo empresa por ser coloquial, pero lo correcto es decir sociedad.

Empresa es definido por la Real Academia de la Lengua Española como: Unidad de organización dedicada a actividades industriales, mercantiles o de prestación de servicios con fines lucrativos. Es decir, puede haber una empresa sin necesidad de que haya un acta constitutiva, donde se especifique quienes son los socios, qué capital aportan, bla bla bla…

A menos de que haya un pacto expreso en la respectiva contratación del servicio, si Distribuidora De Corbatas, SA de CV. emplea tus servicios, tu cliente es Distribuidora De Corbatas, SA de CV, no sus socios. ¿Y quién es Distribuidora De Corbatas, SA de CV? Su órgano de administración (ya sea su Administrador Único, o Consejo), así como los apoderados de la misma (con facultades para pedirte información, claro). 

Un socio, por el simple hecho de ser socio, no tiene facultades para representar o pedir información de la sociedad a los asesores de la misma. El gran poder del socio se materializa en la asamblea de socios. No en la operación diaria de la sociedad. 

Pensando mal (porque para eso nos pagan a los abogados): un socio de la empresa te pide a ti como asesor información sensible de la sociedad (estados financieros, estrategia de marketing, un secreto industrial al que no tiene acceso, situación de un juicio…). Si se la proporcionas, y el socio hace uso de esa información para perjudicar a la sociedad, esta última puede tener acción legal contra ti, por violar la confidencialidad. 

¿Pero por qué un socio de la sociedad querría afectar a la misma? Un día agarren la sección de negocios del periódico que quieran, chútense una editorial de chismes empresariales, y encontrarán la respuesta. Las empresas tienen su propio drama de TV Notas de infidelidades, separaciones y desastres.

Y ya no digamos el problema en el que te puedes meter si la información es proporcionada a un empleado, o alguien de que dejó de ser empleado y no lo sabías, o un gerente con sentimientos encontrados a punto de renunciar y querer incendiar la empresa…

¿Entonces cada que alguien de la sociedad me pida información, le debo de pedir su poder y corroborar que esté vigente? 

No, tenemos un tip más fácil: Ten la precaución de que, al contratar con tu cliente (la sociedad), se pacte un correo electrónico para pedir y enviar información.

Entonces, si cualquier persona de la empresa te solicita información sensible, pídele que, por protección a la confidencialidad e institucionalidad, mande el requerimiento desde el correo pactado para tal efecto, y a esa dirección le envías lo solicitado.

Ya lo dicen Los Plebes del Rancho de Ariel Camacho (porque el ASC recaba sabiduría hasta de norteño) en “El Toro Encartado”: Bien dicen que, en el negocio, siempre son los socios los que te traicionan.

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