Piensos del Autor

2 Salvavidas para estos días en que la mochila puede pesar más…

Todos traemos algo cargando en nuestra mochila (o en el maletín, si se es abogado). En algunas mochilas el peso es más grande que en otras; y en algunas el peso cala más en ciertas fechas del año.

Esta época de Navidad y año nuevo, es un momento calendario en el cual suelen pesar más muchas mochilas… Y en esta entrega el descorbatado autor comparte dos salvavidas que pudieran ayudar a que estos días de emotividad exacerbada, sean más llevaderos.

El que escribe tuvo la fortuna de vivir navidades idílicas en su infancia. Tan así que a la pueril cabecita del autor le costaba pensar “cómo le hacían las familias donde alguno de los dos papás no podía estar en la cena de navidad porque tenía que trabajar; porque fuera piloto, trabajara en un hotel, o algo así…”. Era una ecuación que se le complicaba al mini descorbatado…

Pero pasa el tiempo, creces, pasan cosas que exceden tu esfera de control, y se va llenando de peso tu mochila. Y estas fechas de fin de año, ya no las puedes pasar como antes, o al menos como quisieras. Houston, tenemos un pobema.

El primer salvavidas que encontró el autor, fue un artículo escrito por uno de los editorialistas favoritos del descorbatado, titulado “El Club de Scrooge” (ya sé que nunca van a adivinar me refiero a Sergio Sarmiento). En el cual esa pluma que sí es autorizada para escribir comparte ideas como:

  • Jesús no festejaba el 25 de diciembre. Porque él sabía que no nació ese día.
  • Para un hombre tan místico como Jesús, hubiera sido difícil de aguantar la gordito de barba blanca, y el gorro rojo para dormir.
  • Los romanos no festejaban la navidad, pero sí festejaban las saturnales, que concluían con la fiesta del sol invicto, el 25 de diciembre. Festejo con sacrificios, ceremonias religiosas, bacanales, y concluía con intercambios de regalos.
  • Los cristianos originales se resistían a este festejo pagano del 25 de diciembre, y preferían festejar a Jesús en Semana Santa. Pero pasó el tiempo, y muchos cristianos extrañaban el festejo de las saturnales. Por lo que en el año 354 el Papa Liberio decretó el 25 de diciembre como la fecha de la Natividad, el nacimiento de Jesús.
  • Derivado de los nuevos hábitos de “dispendio” que tuvo Ebenezer Scrooge (personaje del cuento de Charles Dickens), producto lo que le enseñaron los fantasmas de la navidad, su empresa quebró, y Cratchit perdió su empleo.

Uno de los grandes defectos del autor, es que no soy historiador, soy Abogado. Así que no puedo corroborar la certeza de lo antes afirmado, por el distinguido miembro del Club de Scrooge (el fundador de este club fue Germán Dehesa). Pero definitivamente pensar que el origen de la festividad en 25 de diciembre son las saturnales de los Romanos, algo ayuda a hacer más llevaderas estas fechas. Al menos al autor en su momento.

Pero si este salvavidas pagano no es suficiente, entonces habrá que entrarle al toro por los cuernos. Dice la psicología que cuando se tiene un sufrimiento hay que aceptarlo, abrazarlo, sentirlo, asimilarlo, y aprender a vivir con ese hecho que traemos en la mochila. Los cinco verbos antes listados no son de rollo o para para poner más palabras a este párrafo. Cada uno tiene su peso específico.

Y a lo mejor el quinto verbo es el más significativo: aprender a vivir con ese hecho. Porque eso de “ya pasará”, no es cierto. Ei no. Hay cosas tan fuertes que no pasan y difícilmente se olvidan. No todos tenemos el privilegio de no recordar. Hay que aprender a vivir con ello.

Un exitoso abogado que admiro mucho, hace tiempo empezó a estudiar psicología los fines de semana. Y ahí me dijo se estaba dando cuenta que lo que realmente ayuda a la gente es la psicología, no el derecho. A lo mejor tiene razón. Por lo que nuevamente digo: otro de los grandes defectos del autor, es que no soy psicólogo, soy Abogado. Así que no puedo sostener o defender la certeza de este segundo salvavidas que es más de fondo que de forma. Pero ayuda.

Compartiendo lo dicho por mi colega, es que hoy no escribo de derecho, sino de estos dos salvavidas. Bueno, a lo mejor sí es derecho. Porque todos tenemos derecho a pasar bien todos los días del año (inclusive estos), por más pesada que se traiga la mochila. Sobre todo, si no se tiene el privilegio de no recordar. 

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