Piensos del Autor

¿Eres Abogado? No, soy artista

Hace unos días, una joven abogada le platicaba al Descorbatado autor que su novio hacía portadas para libros. ¿Es diseñador tu novio? –No, contestó la orgullosa jovencita: Es artista.

Esa escena, le dio varias vueltas en la cabeza al Descorbatado autor. Uno de los motivos por los cuales le llamó la atención es por la seguridad y admiración con que la jovencita hizo referencia a su novio: Es artista. Pero bueno, respecto a ese punto no vamos a abundar porque este espacio no es del corazón (no sabemos después, pero hoy no).

El otro motivo por el cual esta escena se quedó presente en la mente del autor es porque se preguntó: ¿Yo podría decir lo mismo de mí?

La evidente primera escala en el camino a la respuesta, era definir “Arte”. Para saber si aquí podían encuadrar, sus acciones en la sublime búsqueda de la justicia (es decir, su ejercicio como abogado). Y como todo abogado, el Descorbatado autor acudió a la Real Academia de la Lengua Española.

En su primera acepción, el diccionario define “Arte” como “capacidad o habilidad para hacer algo”. Concepto totalmente ad hoc con la visión new age del arte: “Cualquier cosa puede ser arte”. Así que, por lo abierto del concepto, no sedujo lo suficiente.

Las otras acepciones son un poco más detalladas, sí podrían encuadrar el ejercicio de la abogacía, pero seguían sin ser lo suficientemente sublimes, como para considerarlas una correcta definición de arte: “Manifestación de la actividad humana mediante la cual se interpreta o real o se plasma lo imaginado… conjunto de preceptos y reglas necesarios para hacer algo… maña, astucia…”.

Desconozco si Mario Vargas Llosa pueda considerarse una fuente autorizada para decir qué es arte. Pero en 1997 escribió en el Diario español El País un artículo titulado Caca de Elefante, que a gusto del Descorbatado autor, sí satisface lo sublime y seductor que considera debe de ser el concepto de arte.

En dicho artículo, Vargas Llosa critica que ya todo puede ser arte y nada lo es. Y destaca los códigos estéticos que permiten calificar algo como arte son: originalidad, novedad, talento y desenvoltura formal.

La editorial, destaca la pintura Un baño en Asnières¸obra de Georges Pierre Seurat. Después de comentar las virtudes de cuadro, Vargas Llosa señala qué refleja dicha pintura respecto de su autor: “denota también una concepción altísima, nobilísima del arte de pintar, como fuente de autosuficiente de pacer y como realización del espíritu, que encuentra en su propio hacer la mejor recompensa, una vocación que en su ejercicio se justifica y ensalza”.

Más adelante, la editorial en cita señala respecto a la misma pintura: “La admiración que ella nos despierta no deriva sólo de la pericia técnica, la minuciosa artesanía, que en ella refleja. Anterior a todo eso y como sosteniéndolo y potenciándolo, hay una actitud, una ética, una manera de asumir la vocación en función de un ideal, sin las cuales es imposible que un creador llegue a romper los límites de una tradición y los extienda, como hizo Seurat. Esa manera de <<elegirse artista>> parece haberse perdido entre los jóvenes impacientes y cínicos que hoy aspiran a tocar la gloria a como dé lugar, aunque sea empinándose en una montaña de mierda paquidérmica”.    

¡¡APLAUSOS!!

Segunda y última escala: ¿El ejercicio de la abogacía, podría guardar similitud a lo que hizo Seurat con su obra Un baño en Asnières?

Se desconoce si alguien que haya visto algún planteamiento jurídico del Descorbatado autor, haya sentido lo mismo que Vargas Llosa al ver la pintura Un baño en Asnières; es más, no creo. La única emoción que podría despertar el autor a terceras personas con su planteamiento jurídico, es cuando le dice al cliente: ganamos. Pero lo que sí es un hecho, es que el autor se ha sentido como Seurat. O para ser más precisos, como Vivaldi componiendo El Invierno.

Ya había dicho que este espacio no es del corazón (todavía), pero el autor ha de confesar que ver uno de sus casos integrándose de pruebas, y navegar por instancias, es como ver caminando a su creación (sí, el autor no tiene hijos); y en ver este andar del caso, el Descorbatado ha encontrado realización y recompensa. Aunque claro, si el cliente paga, también es buena recompensa…

En sus años mozos el Descorbatado autor escuchó decir a un abogado, que él ya sabía de derecho todo lo que necesitaba; y que por eso estudiaba pintura, escultura, arquitectura… porqueel arte, da sensibilidad, la sensibilidad, da creatividad; y para plantear un buen caso, se necesita la creatividad.

Muy seguramente, ningún planteamiento o análisis del Descorbatado llegue enmarcarse o causar emociones; pero si ven el autor sin la corbata puesta, y le preguntan si es Abogado, probablemente sí se anime a decir: “No, soy Artista”.

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