La semana pasada me invitaron a compartir un tema con un grupo de doctores (de los que curan). Y antes de que iniciara mi participación, quien me presentó leyó los tres renglones que comprende mi currículum.
Cuando comencé a hablar le dije a la audiencia que mi currículum no contenía la más reciente responsabilidad que había tomado, de la cual me sentía muy orgulloso: haberle entrado a la administración de mi condominio.
“Pagaría por no estar en la administración”. Es lo que me han dicho varios. Otros menos elocuentes simplemente me preguntan: “¡¿Khé?!”
Y sí. La extrañeza no es gratuita. Porque es un cargo honorario (del verbo “no se cobra”, no porque traiga mucho “honor”…), demanda tiempo, responsabilidades, atrae reclamos de los vecinos, y regularmente no es valorado.
Si comparto este dato a alguien que no me conoce, lo primero que pudiera pensar es: “no tiene nada qué hacer”. Si lo comparto a alguien que medianamente me conoce, ya pudiera pensar: “lo está llevando a la perdición su espíritu participativo”.
Una mañana en el chat de vecinos del condominio se compartió un video de una mujer afligida que decía acababa de sufrir un robo con lujo de violencia, estando adentro ella y su esposo. Las imágenes que aparecían del vestidor recién saqueado, las encontré muy similares al mío. Por lo que pensé ese suceso fue dentro de mi condominio. Después de me di cuenta que no fue así, pero eso me motivó a juntarme con un grupo de vecinos para dar un paso al frente.
Entre otro de los frentes al que me ha desbocado mi “espíritu participativo”, es a ser Vicepresidente de una Organización no Gubernamental que trabaja en pro de la seguridad del Estado. “¿Con qué cara voy a sentarme en las mesas de seguridad y justicia de la ONG, si no busco primero procurar seguridad en el condominio donde vivo?”. Sentí que por congruencia (y seguridad de mi personita) debía dar un paso al frente.
Y sí. Agarrar la administración de un condominio es toda una aventura. No sólo lidias con lo que se debe de hacer para que al condominio nada más entre quien debe de entrar, y se cuide la vigilancia. Sino también con detallitos como: hay una fuga de agua, se fundió un foco… hasta vecinos ruidosos…
La noche previa a que se leyera mi currículum, un vecino tuvo a bien llegar a las 3:30 am con un grupo de amigos, música, hielo… con todo… menos respeto por las reglas mínimas de convivencia. No sé qué me impidió más conciliar el sueño. Si el ruido, darme cuenta que al vecino no le importaran las reglas mínimas de convivencia, o ese “espíritu participativo” que nuevamente me desbocaba a hacer algo.
3:50 am: Toc, toc.
-Vecino, bájale…
-Vecinazo… ¿cómo estás…? Pásale…
-Compañero, son las 3:45 am…
-Ya le vamos a bajar.
4:00 am. Y nada sereno… Llegaban los mensajes al chat de vecinos: “El reglamento dice que no se puede tener música después de las 9 pm entre semana”. Ese microcosmos vecinal, te evidencia los problemas nacionales: “Es delito bloquear una carretera, es una vía de comunicación”. Los bloqueadores de la carretera, mientras sostienen la cartulina en turno dicen: “Órale”.
4:15 am. Con la esperanza de que en mi microcosmos no hubiera motivos políticos que impidieran a la autoridad hacer valer la ley, le hablé a la Policía.
5:10 am. Llegó la policía. Y claro, la música seguía sin el más mínimo pudor. Toc, Toc.
-No escuchan por la música-. Me decía el policía.
-Ah-. le contesté.
Toc toc
-Pues dele una patada a la puerta jefe.
-Vuelvo a tocar ahorita que se acabe la canción para que escuchen.
Por fortuna para el Estado de Derecho de mi microcosmos se acabó la canción, y el vecino escuchó el toc toc de la policía.
Haber vivido esta escena deja muchas enseñanzas: lo frágil que es el respeto a las reglas, lo aún más frágil que es pretender hacer que se respeten, la necesidad que todos desde nuestra trinchera colaboremos al cumplimiento de las reglas, y la finalidad de las reglas: que todos vivamos en paz.
Espero ejecutemos y logremos cuanto antes todo lo planeado para mejorar la seguridad y vigilancia del condominio, para que esa escena no se tenga que vivir con alguien forzando una cerradura, o vaciando un departamento.
El haber escuchado a Rafael Márquez cuando tomó la dirección deportiva del Atlas, me refrendó que hice lo correcto al meterme a esta aventura: “Pudo haberme ido de comentarista a criticar lo bueno y lo malo del futbol, pero preferí quedarme a trabajar por un buen futbol”.
Seguramente muchas personitas con “espíritu participativo” de chicos escuchamos de algún adulto ese adagio de: “Cuando era joven quería cambiar el mundo, crecí y me di cuenta bastaba cambiar mi país, crecí y me di cuenta que debía empezar por cambiar mi núcleo familiar, ahora me doy cuenta que basta cambie yo”. Y en su momento dijimos “bah…”
Ahorita apenas voy en querer cambiar mi condominio. Espero pronto darme cuenta que basta cambie yo.
Estando en la administración de mi condominio, con acciones concretas puedo ayudar a que en mi microcosmos vivamos mejor. A que se respeten las normas básicas de convivencia. Porque de eso se trata la vida en sociedad. Es más, creo de eso se trata el ejercicio del derecho…