Piensos del Autor

¿En quién podemos poner nuestra esperanza?

En nadie. En lo único que podemos poner nuestra esperanza, es en el equilibrio de fuerzas

¿Cómo vamos a confiar en el PRIAN después de lo que han saqueado al país? 

Este artículo no te invita a poner tu esperanza en el PRIAN. Donde debe estar la confianza, y lo que siempre debemos buscar, es el equilibrio de fuerzas. 

Viendo en redes sociales las publicaciones de un contacto que es (muy) afecto al régimen del Presidente, encontré una imagen donde aparece Peña Nieto con la banda presidencial y su entonces esposa (la gaviota), en lo que parece ser una cena palaciega. Con la siguiente leyenda:

¡Cuando un pobre estúpido vivía en un mundo de ensueño a costa de nuestro dinero y con el sufrimiento de millones de mexicanos! Por eso no debe regresar la basura del PRIANRD. 

Sin ser perito en la materia, puedo afirmar que es producto del photoshop esa imagen que vi de Peña Nieta cenando en un palacio, como si fuera Francia del siglo XVIII. Pero aun cuando esa imagen sea photoshopeada, es innegable que el presidente en mención (y su régimen) gozó de excesos. 

Yo no pido un voto para que ellos vuelvan al poder. Yo pido un voto para preservar el equilibrio, porque se está perdiendo.

No le saco a la evidente pregunta que sigue: ¿El equilibrio buscado implica regresar poder a esos que se está satanizando (el PRIANRD)? Sí, implica subirlos (de nuevo) al pastel. Pero no para que tengan un poder absoluto y vengan como redentores a librarnos de nuestros problemas; sino para restablecer el equilibrio. La historia (la de verdad, no la oficial) nos ha mostrado que los redentores políticos no existen. Lo único que lleva a buen puerto, es el equilibrio de fuerzas. 

No sería necesario votar por la oposición para buscar un equilibrio, si el régimen actual estuviera mostrando virtud suficiente. Pero no ha sido así.  Virtud como gobernante, claro. No como buena persona. Porque a un gobernante se le debe elegir en función de sus habilidades como estadista, para lograr el bien común. 

Se sostiene que el régimen gobernante no ha mostrado virtud, porque genera polarización; ha demostrado un nulo respeto por el estado de derecho; sin empacho alguno, pone en puestos de gobierno a gente carente de capacidad técnica; no le gusta el equilibrio de poderes; ha demostrado que usa la procuración de justicia de manera selectiva, y con fines políticos; considera “sensacionalismo de los medios”, las evidencias de que el crimen organizado está descontrolado; no es afecto a la transparencia… y la lista puede seguir.

El “combate a la corrupción” ha quedado en mero eslogan de campaña. Hablando en serio: ¿qué ha cambiado? Sigue habiendo reportajes de personas cercanas al gobierno que se benefician de contratos (v. gr. Felipa Obrador, el hijo de Manuel Bartlett…); que ocultan y buscan negar su riqueza (v. gr. Bartlett, Alfonso Durazo, Irma Eréndira Sandoval, Yeidckol Polevnsky…). 

Y la corrupción del día a día, sigue igual. Para ello me remito a la experiencia de vida. Resulta evidente que la corrupción no desapareció por decreto el 1° de diciembre del 2018.

Pregunta natural: “¿Y los del PRIANRD no eran así?” Todos cojean del mismo pie. Si invito al voto por la oposición, no es porque estos vendrán como redentores. Sino porque estos ayudarán a recuperar el equilibrio de fuerzas

A falta de un gobernante virtuoso y habiendo puros políticos que son “pan con lo mismo”, es mejor que haya en el poder varios “pan con lo mismo” que sean antagónicos. Para que se hagan contrapeso, entre ellos se señalen, y sientan necesidad de cuidar un cierto decoro para evitar ser evidenciados y desplazados del poder.

Comentario evidente: “Pero apenas lleva 3 años en el poder, la transformación lleva tiempo”. Estos 3 años han sido suficientes para que el régimen muestre su carencia de virtud. Por eso es que no resulta razonable confiar en que “las cosas mejorarán”. 

El fortalecimiento, el afinamiento y la operatividad práctica de la confianza entre gobernados y gobernantes, no puede consistir en una fe ciega de los primeros a los segundos. Sino en un conocimiento racional que exige transparencia por parte del gobernante, y justificación constante de sus motivos (García, 2000, 121 y 122).

Y si a las solicitudes de transparencia y justificación de motivos que se hacen al Presidente, solo recibimos respuestas como:

Tenemos la conciencia tranquila, no somos iguales que los anteriores.

Pues chale… Ante eso, resulta claro que no estamos en presencia del Quetzalcóatl que desde 1519 se está esperando, y Moctezuma II creyó haber visto.

Si en más de 500 años Quetzalcóatl no ha llegado, es señal de que no llegará… Dejemos de esperar un redentor que venga a salvarnos. Apostemos al equilibrio de fuerzas, y a la crítica razonada al poder. 

García, E. (2000). Democracia, jueces y control de la administración (Quinta). Thomson Civitas.

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