Mi mamá y el tiempo me han enseñado que la gente me valora más por lo que NO digo, que por lo que SÍ digo. O lo que es lo mismo, es más fácil me agarren mediana estima si no hablo.
Y eso lo llevé en práctica esta semana que me hicieron el favor de invitarme a un evento de en el que tres Magistradas nos compartían al público escuchante sus objetivos y líneas de acción, para lograr que la justicia impartida por los tribunales sea más conocida por la gente, y en consecuencia se le tenga más confianza.
Al final de la exposición, en la sesión de preguntas y respuestas, intervino un reconocido abogado (con corbata) y les hizo una pregunta a las panelistas: ¿Qué opinaban respecto a la posibilidad de hacer públicos los proyectos de sentencia, previo a sesionarlos?
La respuesta de las panelistas fue unánime: No. Nótese como por rara vez estoy poniendo No, en lugar del clasiquísimo Ei no. Esto es por el respeto y admiración a las panelistas, y porque no merecen ponga en su boca un descorbatado lenguaje que (por fortuna) no usan.
Ciertamente la Ley de Amparo contempla algunos casos en los que se debe de hacer público el proyecto de sentencia previo a la decisión. ¿Pero por qué no hacer esta práctica extensiva a todos los casos?
Cuando escuché el No de las expositoras, así como sus argumentos para sostener su postura, mi corazoncito liberal se contrariaba, y ardía en deseo de externar un pienso. Pero por fortuna el recuerdo de las nalgadas que recibí de chiquito cuando decía imprudencias, pudieron más que el mismísimo corazón liberal, y me quedé callado.
Pero para eso está este espacio. Para desahogar todas esas imprudencias. Aquí las puedo externar porque nadie tiene que estar escuchándome (como sí lo hubieran tenido que hacer en al conferencia). Sólo me leen cuatro personas, y si se aburren pueden dejar mi artículo y volver al feis.
Así que con esta confianza, y tomando en cuenta cuando me invitaron me dijeron era para intercambiar ideas, va la bola: Las panelistas dijeron que no estaban de acuerdo con hacer públicos los proyectos de sentencia antes de votarlos, principalmente por lo siguiente:
- Podría generar presiones hacia los juzgadores.
- Hacer público el proyecto implicaría que el Juzgador adelante postura.
- Nada abona hacer públicos los proyectos.
Como no traigo corbata, el orden me tiene sin tanto cuidado ahorita, y voy empezar por el último argumento: En nada abonaría hacer públicos los proyectos.
El liberal y descorbatado corazón del autor, considera que sí abona hacer públicos los proyectos: Aumentará la posibilidad de que en la sesión, se tome una decisión que imparta justicia acorde al marco jurídico.
¿Qué es lo primero que viene a la mente pudiera pasar, si se hace público un proyecto de sentencia? ¡Bum! Todo mundo va a opinar al respecto. Las partes interesadas, y las no tan interesadas.
¿Y eso es malo? Para nada. Viendo el proyecto de Sentencia las partes interesadas podrán acercarse vía el adorado alegato de oreja (cuyo amor expresamos AQUÍ), y con mayores elementos externar porqué consideran que tienen la razón .
Otra vez: ¿Y eso es malo? Para nada. El Juzgador no está obligado a hacer el caso al alegador de oreja. Pero sí considero correcto en aras de lograr una resolución lo más apegada a derecho, dar oportunidad a la parte interesada de que alegue, habiendo visto el proyecto que se le viene encima…
No estoy de acuerdo en descartar por adelantado la posibilidad de que pueda abonar a la impartición de justicia la opinión de un tercero. Máxime si estamos hablando de un tercero que lleva más tiempo conociendo el caso, que el Juzgador que está por resolverlo.
Vuelvo a hacer la pregunta que hice en un anterior artículo a los amigos de la Judicatura: ¿No les ha pasado que leen la sentencia de otro juez y dicen: “este Juez no tomó en cuenta esto…”? No es posible que haya una sentencia con la que todos estén de acuerdo, pero sí es posible dar oportunidad de hablar a quien será afectado con el fallo, para que opine habiendo visto el mismo. ¿O se va a descartar a priori la posibilidad de que ese potencial afectado pueda ver algo que el Juzgador no haya visto? Todo suma. Y más si hablamos de diálogo.
Me voy rápido con los demás puntos, porque ya me comí muchas líneas en el anterior (pero no le podía cortar la inspiración a mi corazoncito): Podría generar presiones a los juzgadores. Todos sabemos que en este País, quien quiere presionar, lo va a hacer aun sin ver el proyecto… Si alguien tiene la fuerza para presionar un cierto resultado, tiene la fuerza para presionar en que se le permita ver el proyecto antes de que se resuelva… ¿O en los casos donde el Juzgador no hace público el proyecto no hay presiones?
El Juzgador estaría adelantando postura. ¿Y eso qué tiene de malo? El Ministro Laynez hizo público antes de la sesión su proyecto de sentencia respecto al amparo de la interconexión, y no le pasó nada… Al contrario, el debate social que desencadenó ese proyecto, pudo haber dado elementos a los Ministros para decidir. ¿Algún Ministro habrá recibido presión? No sé. Pero reitero: quien tiene la fuerza para presionar un sentido, tiene la fuerza para presionar en saber qué dice el proyecto, aun cuando no se haga público…
El fin último de un juicio, es impartir justicia acorde al marco jurídico. Y considero el intercambio de ideas que permite la publicidad de un proyecto antes de sesión, contribuye de manera directa a ello. Es por ello que no me hace clic que los argumentos en contra de la publicidad del proyecto, puedan ser suficientes para impedir los ya mencionados beneficios.
Espero que después de haber dado vuelo a mi corazoncito en esta publicación, no me dejen de invitar a foros… Porque me la paso bien.
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V08sp17
— ¿Cómo ves? Decidí dejar ir a Netito a Puerto Vallarta. Aunque todavía no le digo.
— Pero, ¿con esos amigos? Y con el huracán encima. Tan gastados que estamos… Falta todavía pagar lo de su escuela.
— Fíjate que en eso no había pensado. ‘Sícierto’, cuando vinieron sus amigos se pusieron hasta el cepillo. A ver… el meteorológico dice que el huracán pegará pasado mañana, exacto cuando Netito llegaría. Se la van a pasar encerrados. Y ya me dijeron que no me pagarán las horas extras de la quincena pasada.
— Por eso te digo.
— Bueno, mejor que no vaya.
Se publicó la sentencia antes de firmarla, lo que dio pie a que se le hicieran ver al decisor cosas que no había contemplado. Adelantó postura, y fue sujeto de presiones. Pero sí se abonó, porque el resultado es una mejor decisión –sentencia– para la familia.
Porque el decisor, si humano, falible. Y si tonto, más.
A menos que el decisor se crea incluido en la constitución dogmática ‘Pastor Aeternus’ del Concilio Vaticano I en 1870, que estableció, para bien ó para mal, la infalibilidad del Romano Pontífice.